Adiós


Yo me iré, primavera seguirá vertiendo luz en los pobres corazones cansados, seguirán floreciendo pechos y piernas en muchachas ignoradas. Yo me iré y volverá a ser domingo, alumbrará el sol y cantarán los pájaros en mi jardín.
Yo (me iré) sufriré porque todo se haya quedado sin un amigo. Pero mis hijos y los hijos de mis amigos ayudarán a las cosas a no notar mi ausencia.
Y todo seguirá riendo aterido en las tardes otoñales. Perpetuada mi carne, seguirá tirando las piedras del camino al mar y acostada en el regazo abierto de las cosas.
Yo me iré y las cosas se olvidarán de mí.
... ... ...

Yo me iré, dejaré todo lo mío: aquellos blancos caminos que pisé, el Norte que me sonrió desde la altura. Entre las flores y el chopo, entre las dulces mañanas grises de primavera y aquel amor rosa primero encontrarán mi vida perdida.
Gris canción la que siempre le hizo temblar los labios, una pobre existencia lírica.
Y alumbrará la tierra donde yo me pudra fresca hierba y algún lirio donde se pueda encontrar fragilidad de tarde. Yo me iré; dejaré todo lo mío y las fieles cosas se encontrarán huérfanas y desorientadas sin mí.
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La tarde, triste como yo; su cara gris y fría. Llueve sobre el campo en paz. Por las calles corren hilillos de agua; nadie pasa y la tarde se va.
No tengo a mi amigo; se encuentra lejos. Es tímido, habla poco, como yo, y no se cómo me encuentro.
La tarde triste como yo; su cara gris y fría.




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