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Amanece

Frío en los camino, pan duro y reseco, vasos que rebosan bebidas amargas. No hay posadas, oasis. Muchos días se despiden con dulces atardeceres, mientras tiemblan los chopos de hojuelas nuevas, brillantes. Silencio. La inteligencia rueda lenta y pesada, casi vacía. El Norte se oculta, dice poco. Se le da gracias por todo y no se comprende nada. Mas camino... Comienza el hombre por no sentirse vivir. La luz sobre si mismo, los demás y las cosas, se apaga. El hombre se va cerrando, todo va a quedar solo. ... .... ... Agoniza el verano. Los pájaros van abandonando las ramas. Se quedan con unas pocas hojas amarillas. Este cielo azul que mantenía se cubre a menudo de plomo. Y por los caminos hay charcos, algún pájaro bebiendo en ellos, pocos niños. Me voy a quedar solo: mi amigo lejos, mi ser desnudo y amargo. Si algún fino libro calentara mis frías veladas... Escribiré páginas grises. Me sentiré viejo no creyendo en nada. La nostalgia me punzará el aliento. Me encontraré

Adiós

Yo me iré, primavera seguirá vertiendo luz en los pobres corazones cansados, seguirán floreciendo pechos y piernas en muchachas ignoradas. Yo me iré y volverá a ser domingo, alumbrará el sol y cantarán los pájaros en mi jardín. Yo (me iré) sufriré porque todo se haya quedado sin un amigo. Pero mis hijos y los hijos de mis amigos ayudarán a las cosas a no notar mi ausencia. Y todo seguirá riendo aterido en las tardes otoñales. Perpetuada mi carne, seguirá tirando las piedras del camino al mar y acostada en el regazo abierto de las cosas. Yo me iré y las cosas se olvidarán de mí. ... ... ... Yo me iré, dejaré todo lo mío: aquellos blancos caminos que pisé, el Norte que me sonrió desde la altura. Entre las flores y el chopo, entre las dulces mañanas grises de primavera y aquel amor rosa primero encontrarán mi vida perdida. Gris canción la que siempre le hizo temblar los labios, una pobre existencia lírica. Y alumbrará la tierra donde yo me pudra fresca hierba y algún lir

Cosas tristes

Es primavera un tiempo en que a mucha gente se le cae la dentadura. ¡Lorenzo, qué bocas! Tu amigo ha caído de nuevo en la depresión nerviosa con las primeras mañanas agridulces de primavera. A un señor conocido le han puesto un aparato ortopédico en el cuerpo semejando una armadura medieval para protegerle la columna de los movimientos del cuello. Lorenzo, y aún dicen que primavera... ... ... ... Lorenzo, la primavera está ocupando su debido lugar, ya su correspondiente puesto en los árboles y caminos. Las noches eran apacibles. Es como si dijéramos que la primavera menos brillante, la de las noches morunas, estaba ya en su sitio. Primavera por las noches llenaba sus determinadas horas, horas quietas, sin un pájaro a voces lejanas. Pero ahora, Lorenzo, la primavera se ha parado, - a Dios, gracias – donde debía. Y están las hojas de los chopos brillantes, con un nerviosismo de gallo. Dios está azul y además limpio, como si hubiese llovido. ... ... ... Eres tú, much

Dos cartas

Mi querido amigo: Voy a pedir tu conversación para ella te entregaré un mundo que se nos ofrece, ya viejo amigo mío. Descansaré cuando sientas ahogarte en él, cuando haya inundado tu vida. Gozarás de él y le darás un sentido a su existencia errante. Entrarás en él sudado, cansado como en el bosque de grata penumbra y te encontrarás libre de la cotidiana angustia, el corazón se te irá endulzando lentamente, saldrás afuera y podrás volar... Tuyas serán las tardes dulces que se disuelvan en el silencio, y los ocasos que se queman inútiles. Tuyo, V. Mi querido amigo: El mundo se no ha abierto, confiado con todo el calor de un amigo. Nuestras miradas se han cruzado con las de las estrellas. Las mañanas grises de primavera, con su vuelo temprano de golondrinas han serenado nuestro espíritu sensible, hemos podido pasear bajo los chopos aún desnudos. El mundo nos ha pedido situarnos a las orillas del río de la gente para gritarles su maravilla. Es angustioso: tienen

Historia

Y con los días el corazón se le endurecía: parecía como el frío de los caminos en otoño le iba entrando. La vela de su motor se le ponía azul y no porque la vida se cubriera de gris. Las piedras continuaban en el camino y en los ribazos las flores. En su casa tenía amor, vino. Las olas tercas del mar no le distraían, ni escarbaba fino en la arena siempre bebiendo y siempre con sed. Pasaban los días en que toda luz y música le herían. Misántropo con sus propios amigos. Soledad amarga, silencio... Y una tarde salió a pasear. Sintió el beso de la brisa. Contempló a unos niños que jugaban abstraídos y se distrajo con ellos. Las primeras lluvias de otoño le endulzaban el corazón. Se dormía. Besó a su hijo pequeño, como descubriéndolo de repente. Se reía. Y hasta dicen que llegó a amar a Dios... Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

XII

Mis queridos amigos: me acerco a vosotros con mi luz íntima. Sintonizar es mi ambiciosa obsesión como el almendro florecido sobre la nieve. Gente varia me enseñó secretos simples pero jugosos como una cálida manzana. Si vivo en lo más alto de un chopo quiero que me acompañéis. Por cierto no es esta mi morada como tantos creen. Cierta ración de verdad tiene: he vivido poco con jóvenes angustiados, nunca por menú me han servido hambre. Pero conozco como sabe mi propia amargura y la de mis cercanos; algo así como los claustros que rezan por la desgracia de infinidad de gentes que no conocen. ¿Donde brota la fuente de dolor humano? Ingenuamente llenamos nuestras cestas de esta agua para evaporarla con el fuego de nuestro ardor esperanzado. Nos pesa hasta el aliento y bien vendrá un sueño que nos anonade. Me pongo triste cuando estoy con vosotros y lo único que pronuncio es silencio. Con vosotros un cigarro y música agradable. Por ahora nada más: estamos ya medrando en blancura como

XI

Yo quisiera hacer escuela pues tengo una alegría que me nace del interior: mi bien amada delicia que debo a vosotros. Un rumor azulado me ciñe que baja de allá, esa altura que tiene por escabel las estrellas. ¿Qué podría deciros? Me hacéis bueno vosotros: me comprasteis una armónica y me mandáis que trabaje. Y hay tanto que me lo encuentro gratis... Sufro como todos y trato de daros mi motita de algodón para vuestro zapato nuevo; mi motita porque sois muchos y aún no tengo reloj. Desde mi soledad os veo sentados en el sillón con la mano sosteniendo la mejilla y esos ojos consumiendo tristeza siglo y siglo. Estoy a punto de creerme el “no me podrán quitar el dolorido sentir”... De poco me compongo: soy creador vario. Me duele el aliento más de lo que quisiera. Con vosotros y un sonido, color y camino me brota una nubecilla grácil como la señorita de un poeta y continúa como respirar. Es ciencia de infancia, estancada desde que la aprendí. Somos rapaces y Dios debe sentarnos

X

Yo, como todos mis amigos cargo con duras penas. Yo como todos mis amigos, tenemos el corazón para quereros; la tarde errante y mustia nos acompaña pero cuando nos alejamos, buscando un retiro, con nuestras lágrimas – su más amarga esencia – cubrimos la piedra de grama. Nos acusan, creen avergonzarnos cuando nos estrellan que sorbemos música y no comprenden nada más. Insensible y torpes creen ellos dejar sin un problema al mundo. Amigos, nos sobra corazón. Y por más corazonadas – suponen ellos dicha y candidez en nosotros – también los más amargos. Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

IX

Unos somos espinos, otros hojas; con algo más componemos el rosal del tiempo, con rosas más o menos pujantes. Las espinas lo quieren todo concreto y vida que pariera más vida. A cuantos se les conocen los pasos por racimos de caminos, caen en la segunda inocencia que da por creer en poco y aman lo de primera mano  que han ido alquilando. Los proyectos deben ser vastos pero el hilo de la vida admite cargamento ligero: por eso la vida es tanta armadura y en cualquier calesa quedan espacios para cargamento escogido y fecundo. Soledad, trabajo, dolor de incomprensión sobra. Hay que remozar y refinar esa plata de niño que llevamos, despertar y reavivar la serena alegría de vivir, regar para que florezcan en nosotros esos ojos nuevos... Amigos, os amo y por mi y por vosotros camino; os pinto y os toco mi armónica. La ciudad y el campo de todos, está cerca; no os quedéis en los puentes mirando para abajo. Mi noticia es aún oscura noticia. Allí el sol se levanta con su cara colorad

VIII

Quisiera cantar y tengo la voz ronca, ronco el aliento, aliento de cigarro que se me enciende todo de golpe hasta los labios. Otra vez la soledad que ni mi arte se la bebe. La guitarra no tiene aire, mi guitarra de niño asombrado. Niño que de golpe se ha cansado, mustia su carne. Y es que a mi niño le sobra corazón. La paz del hombre es miedo porque los cuchillos siguen relucientes. Aquí canta Dios, amigo inasible, gris. Ya de noche. Pensemos un momento. Termina el día y ojalá nuestro ojos se cierren de cansancio. Que el sueño nos haga olvidar, olvidarnos hasta de nosotros mismos. Será un hecho feliz, porque haber trabajado durante el día será haber amado a Dios. Amar a Dios puede entenderse como algo muy concreto. Y es realmente lo único que interesa: un amor loco, sin medida. Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

VII

Soy rey. Llevo primavera hasta en los bolsillos. Soy rey pero rey triste sin duda. Amo la vida y la amo por todo, por historias otoñales, historias que te penetran y me penetran. Tu y yo llenos de polvo y sin reconocernos, y es que la vida humea por todo. Nos gusta la soledad con un libro o con la vida simplemente, también árboles. Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

VI

¡Quién pudiera llevarse a casa la naturaleza, su silencio, todo hombrecito! El amarillo de mis toallas no es de las menudas florecillas que ignoro su nombre. Cuando el cielo que vemos, es todo un cristal sucio y polvoriento, no me acuerdo de los olvidados cristales del desván en el que reposan pasadas alegrías, objetos que de puro trato se nos volvieron vulgares, otros entrañables, cajas con ceniza de atardecer. Habitación siempre deseada, añorada en lo más alto de la casa en horas de soledad: la ventana como lienzo para el campo que daba luz azul por las tardes, los cantos del carretero allá lejos; aire travieso que me tirabas las cuartillas por el suelo... No quiero al jilguero para la jaula. Que se llene de semillas de los caminos, y para beber los charcos; el preferirá ser cabeza de rata a cola de león... Que empiecen los músicos y las muchachas se levanten las faldas. A Mari Carmen por ese éxito sonado, devotamente. Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

V

La vida me vuelve a querer. Unos hombre hacen bien a mi cuerpo otra vez, ignorándolo ellos. Mis ojos piden paisajes, muchachas, razones... Adiós a unos días sin apenas yo, solo amargos tragos, dolor con dolor sin mundo. Ahora hasta el diablo me parece bueno y todo lo encuentro nuevo, saltando... Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

IV

Lenta pero fatalmente el mañoso se agudiza entorpeza, - ciego de golpe con andar de borracho -. Se ignoran las cosas: tristes de manejar oscuro mensaje. El mar sigue nervioso ondulándonos serena, apaciblemente y casi se tienen los ojos para lamer sin paladar. Nosotros os lo entregamos para que lo degustéis con ávida placidez pero, atended... si el mundo se pone amarillo nosotros no queremos retrasarnos. El infantilismo es bastante de propio de los mayores al desconocerse, orgullosos de su plenitud. Exuberancia expresiva, expresión muy matizada para nosotros pobre miopes. Luego piensan que nos han abierto los campos, después, la disipada angustia. Los campos simplemente los han llenado de baba. Mi espuela no quiere encontrar ijares. Perdón, amigos. Mañana podríamos salir al campo y contarnos la vida. Nos burlaríamos de los labradores y nos contagiaríamos todos de la serena alegría. Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

III

No sois humanos, ha sido el ataque infinitas veces escupido a nuestra intimidad. Y deseáis comunicarnos de esa especie nueva... No escucháis a nadie y a nadie dejáis hablar. Ni os preocupa su vida ni la conocéis. Sólo hablar y solucionar, dejando una estela – creéis- de gratitud. Humanidad en su punto que cree que llueve y es el aire que arrastra confusamente unas hojas secas del color de los caminos. Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

II

En todas partes hemos encontrado caravanas sin nombre, su dolor sin razones, no sabían dónde se encontraban y nunca lo preguntarán. Tenía frío y se pasmaron de que nosotros tratáramos del frío invierno que nos abrigaba. Estuve tentado de preguntarles si creían que era de día o de noche... Cierto no hacía falta pagarles para que sonrieran. Son buenas gentes que saben, viven y quién sabe si les pertenece una muerte. Y los días de fiesta, augua o vino: no importa lo que haya. Apaguemos nuestros cansancios como ellos. Olvidemos como ellos tu sabes cuanto y cuanto. Se matan por los que aún pueden reír – luz que en la noche se detiene – su deber heroico: la alegría. 1970 Pàgina anterior   ||   Index   ||  Pàgina següent

I

Vamos a pensar, a comunicarnos porque no sabemos con seguridad de qué color somos, o si escribimos en el viento, o somos viento agrio que acelera el Otoño en los demás. El hombre es difícil pero nunca está de sobra que le descansemos el corazón si somos dueños de unas sombras azuladas y frescas en el corazón del estío. No te irriten los símbolos: es mi pereza. Aquella manifestación desnuda de desamparo en la joven, de estar brutalmente ceñida de duros, rígidos cardos no es tan desnuda. Sus horas mustias, sus heridas llenas de sal hunden raíces en ella misma y en los demás. Tal vez ella misma se ve precipitando en el polvo, su mirada mordiente ha bebido por voluntad. Aire como siempre de aquí y de allá. El hombre es difícil y su humanidad que nos preocupa no la encontramos entera sobre un mármol, toda extendida. En el camino a por ella salen a recibirnos la equívoca claridad, polvaredas de confusión y no quiera Dios que el muro infranqueable. Las manifestaciones tan claras para lo