Canción loca


La luna se muestra por detrás de los montes soñolienta. Lentamente sube al cielo enganchándose en las ramas de los árboles del huerto. Todo se vuelve azul, azules los árboles, el pozo, las sombras y hasta el silencio y la quietud.
... ... ...

Y cuando la luna se puso muy alta, y había pegadas en el cielo muchas estrellas que parpadeaban, apareció Luisa que se colocó a mi lado.
Romper de una pedrada toda la luna para coger un pedacito era realmente una locura. Queríamos al menos alguna estrella.
Luisa y yo cogimos piedras y anhelantes las lanzamos a las estrellas que reían. Sobre el brocal del pozo descansaba el pozalete lleno de agua. Una piedra cayó dentro y saltó una cabellera de palmera de estrellas.
Luisa, rendida, cayó sobre la hierba, sobre las florecillas malva, toda desnuda. Aguardé escondido a que alguna estrella, bajase a contemplarla, y en su asombro la pudiese atrapar. Me equivoqué.
... ... ...

El pozal estaba lleno de estrellas. Dormimos con sueño bendito  pensando en nuestras estrellas.
Y la luna fue resbalando poco a poco, silenciosa y se ocultó triste, toda de melón.
Y a la aurora de carne rosa, cuando los pájaros rompen a charlar entusiasmados y todo es música, de humo blanco y de campanas se quebró nuestro sueño. Fui corriendo al pozal, y estaba lleno de rosas, “Luisa, nos han robado las estrellas... y del cielo se han apagado”.
Y amanecía.


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