Cosas tristes
Es primavera un tiempo en que a
mucha gente se le cae la dentadura. ¡Lorenzo, qué bocas!
Tu amigo ha caído de nuevo en la
depresión nerviosa con las primeras mañanas agridulces de primavera. A un señor
conocido le han puesto un aparato ortopédico en el cuerpo semejando una
armadura medieval para protegerle la columna de los movimientos del cuello.
Lorenzo, y aún dicen que
primavera...
... ... ...
Lorenzo, la primavera está
ocupando su debido lugar, ya su correspondiente puesto en los árboles y caminos.
Las noches eran apacibles. Es
como si dijéramos que la primavera menos brillante, la de las noches morunas,
estaba ya en su sitio. Primavera por las noches llenaba sus determinadas horas,
horas quietas, sin un pájaro a voces lejanas.
Pero ahora, Lorenzo, la
primavera se ha parado, - a Dios, gracias – donde debía. Y están las hojas de
los chopos brillantes, con un nerviosismo de gallo. Dios está azul y además
limpio, como si hubiese llovido.
... ... ...
Eres tú, muchacha, que vienes de
lo hondo de la vida con hojas y ramitas de la naturaleza enganchadas en tu
pelo; tu pelo lacio y claro por entre el que la brisa ha posado esencias,
dulzor de nada. La bruma ha nimbado tu mirar de mañana lluviosa. Carne de
armonía tienes acrisolada para mi torpe andar, hombros y senos ardientes que me
anonaden.
El campo ha amanecido para ti
voz cristalina y pura, al libar en tu interior su silencio.
Te llevaba dentro de mi entre
dos luces, al amor de noche clara. Ahora mi cuerpo huele a recién hecho.
Piropo: “Eres tú muchacha”
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