Dos cartas
Mi querido amigo:
Voy a pedir tu conversación para
ella te entregaré un mundo que se nos ofrece, ya viejo amigo mío.
Descansaré cuando sientas
ahogarte en él, cuando haya inundado tu vida.
Gozarás de él y le darás un
sentido a su existencia errante. Entrarás en él sudado, cansado como en el
bosque de grata penumbra y te encontrarás libre de la cotidiana angustia, el
corazón se te irá endulzando lentamente, saldrás afuera y podrás volar...
Tuyas serán las tardes dulces
que se disuelvan en el silencio, y los ocasos que se queman inútiles.
Tuyo, V.
Mi querido amigo:
El mundo se no ha abierto,
confiado con todo el calor de un amigo. Nuestras miradas se han cruzado con las
de las estrellas. Las mañanas grises de primavera, con su vuelo temprano de
golondrinas han serenado nuestro espíritu sensible, hemos podido pasear bajo
los chopos aún desnudos.
El mundo nos ha pedido situarnos
a las orillas del río de la gente para gritarles su maravilla. Es angustioso:
tienen prisa i no paran a escucharnos.
Las cosas les esperan fieles
para confiárseles por su carga de serenidad.
Solo la muerte segará nuestra
voz y podrán quedar en paz, disolverse nuestros corazones cansados.
Tuyo, V.
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