I
Vamos a pensar, a comunicarnos porque no
sabemos con seguridad de qué color somos, o si escribimos en el viento, o somos
viento agrio que acelera el Otoño en los demás.
El hombre es difícil pero nunca está de sobra
que le descansemos el corazón si somos dueños de unas sombras azuladas y
frescas en el corazón del estío. No te irriten los símbolos: es mi pereza.
Aquella manifestación desnuda de desamparo en
la joven, de estar brutalmente ceñida de duros, rígidos cardos no es tan
desnuda. Sus horas mustias, sus heridas llenas de sal hunden raíces en ella
misma y en los demás. Tal vez ella misma se ve precipitando en el polvo, su
mirada mordiente ha bebido por voluntad. Aire como siempre de aquí y de allá.
El hombre es difícil y su humanidad que nos preocupa no la encontramos entera
sobre un mármol, toda extendida. En el camino a por ella salen a recibirnos la
equívoca claridad, polvaredas de confusión y no quiera Dios que el muro
infranqueable. Las manifestaciones tan claras para los “ciegos”... son para el
hombre normal vida, confuso rumor, camino.
Ayudemos a vivir con pan, razones “porque
si”, y si alguno tiene que reventar que aporte su trasnochada pedantería.
El día que rompa nublado pintaremos nosotros
el sol y alumbrará como el de turno, tan arrogante... Vamos a buscar al alma de
las cosas, de la vida; y sobre todo pinceladas alegres, luminosas, sin razón
querido, Augusto. Augusto así lo hizo y nos llenó los bolsillos de desenfado, joie de vivre. Algunos tienen que
reventar de risa, esperaremos a que sean, como siempre, los frívolos y
ramplones de la idea huera.
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