La obsesión de los autorretratos


Por el camino de los años y el teatro adjunto, mi cerebro muda. En un equipaje que hoy me parece adulto y en un porvenir, cánon adolescente.
¿Qué será esta obsesión para fijar mi andamiaje con lo columbrado? Gozo y ruina. Eterno laberinto mi simple existencia. Existir es lo que soy, y ese soy lo allano y extiendo.
El monte solitario o los mil místicos paisajes vivientes, hichan la intensa marea de gozo simple y fúlgido. Siempre baila en mi cabeza una estética vivificante o los senderos para cualquier singladura.
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Gozo de mi garganta con el agua fresca y pura que hila vidrieras; su plenitud en el río, en las huertas y con mi lengua, como plato fuerte.
Bienvenida la nueva palabra que amplía la realidad y que permite que todo lo que se albergue en mi cerebro. La conversación o la alegría resuelve el problema.
Plenitud en la carne del adolescente, sus músculos tensos en el baile violento para la victoria de la pelea.
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Caras me han costado estas conquistas, éxitos que me darán más éxitos.
Pero siempre seré ceniza o carne de pecado, hasta que dejen de gritar los niños y sean las piedras quienes griten.
Quiero seguir buscando el sentido aquilatado y total a mi existencia. Ofrecen singladura al septentrión o mediodía: lo bello es lo bueno; “convertíos y creed la Buena Nueva”. La luz de tu rostro siempre brilla detrás del interminable negro. Manda lluvia de rumores, larga, que ahogue el dolor de mil destellos. En cáliz hondo y espeso, prisión en bochorno, bochorno sin nada. Que cante el ave del amanecer y el rocío sea nuestro.

27 de Febrero 1974


Pido más luz, más vida, más esperanza sobre los que somos y seremos. Más que un alba pura, que como lluvia pertinaz, venza.
Es, y aguarda la Plenitud que hay que levantarla con la caridad, - donde Dios puso su dedo: ser uno, sin elementos posibles, como el ver o el dolor.
Busquemos los faros, las maletas, la rosa de los vientos porque la hay. Terco análisis quedará como un eco o fruto de unión.


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