Nosotros los enfermos, los locos
Que vengan a nosotros todos los médicos.
Nos llaman enfermos, enfermos porque no
bebemos los chiquitos granos de arroz y el rico queso, pegado en el cielo de
las noches de otoño; enfermos porque nos sorprenden en éxtasis de gozo íntimo
ante la romanza de plata, de una ignorada fuente.
Nos llaman, también , locos, locos porque nos
pierde esa brisa de los verano que se desmaya, que languidece a cada mínimo
vuelo; locos porque nos gusta ahondar en todo ese misterio y aventura de la
vida de un niño o de una muchacha.
... ... ....
Estamos enfermos porque en nuestros rincones
se amontonan nostalgias – cubiertas de un polvo azulado – de otras músicas y
días niños todos blancos.
Estamos locos porque tanto nos han
martirizado el secreto inviolado, virgen del más allá de ese azul que nos ciñe
en inmenso abrazo.
... ... ...
Estamos enfermos, locos, deliramos. Todo en
nosotros es un despropósito, un disparate. Que llamen a los médicos todos los
pájaros vagabundos, las muchachas más bellas del mundo, las lágrimas y el sudor
y todas esas cosas verdaderas; que se lo pidan ellas para que no se nieguen a
reconocernos.
Para que quede bien claro, que si ésto es en
nosotros locura... ¡bendita, feliz locura! Si esto es en nostros delirio...
¡bendito, feliz delirio!
Terminado de escribir cuando
me caía de sueño
encima de la mesa a las doce
menos cuarto de la noche.
22 de octubre 1968
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