Sábado por la tarde


Es una tarde como otra tarde, de Otoño porque los niños han tenido las primeras largas conversaciones por la mañana con las moscas de la clase. Por los caminos se pasean bandadas de hojas pardas, amarillas, pero esto poco importa para que sea sábado y además por la tarde.
Es una tarde de sábado y los niños no han tenido escuela, como tampoco la tendrán mañana tanto si sale el sol como si amanece con lloviznas, y los niños no aciertan a estar dentro de sí. Por la calle, con la camisa inmaculada, todo es jabón y colonia.
Todos tienen detrás de su puerta al domingo que intenta pasar. Los más, han rellenado su quiniela y esperan un imposible.
El trabajo, o está en manos de los no católicos o de los que no tienen un céntimo, y esto siempre anima como el vino dulzón y fácil de la taberna.
Todas las muchachas, limpias y bien vestidas, andan sueltas porque la casa está barrida y mejor lavada.
Una pareja en una esquina pone multas a los chulitos de las motos. Y el cura, como siempre, llama a misa tocando las ocho; ya se sabe, o a misa o a la cena.

30 de Octubre 1968


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