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Yo, como todos mis amigos cargo
con duras penas. Yo como todos mis amigos, tenemos el corazón para quereros; la
tarde errante y mustia nos acompaña pero cuando nos alejamos, buscando un
retiro, con nuestras lágrimas – su más amarga esencia – cubrimos la piedra de
grama.
Nos acusan, creen avergonzarnos
cuando nos estrellan que sorbemos música y no comprenden nada más. Insensible y
torpes creen ellos dejar sin un problema al mundo.
Amigos, nos sobra corazón. Y por
más corazonadas – suponen ellos dicha y candidez en nosotros – también los más
amargos.
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