XII
Mis queridos amigos: me acerco a
vosotros con mi luz íntima. Sintonizar es mi ambiciosa obsesión como el
almendro florecido sobre la nieve.
Gente varia me enseñó secretos
simples pero jugosos como una cálida manzana. Si vivo en lo más alto de un
chopo quiero que me acompañéis. Por cierto no es esta mi morada como tantos
creen. Cierta ración de verdad tiene: he vivido poco con jóvenes angustiados,
nunca por menú me han servido hambre. Pero conozco como sabe mi propia amargura
y la de mis cercanos; algo así como los claustros que rezan por la desgracia de
infinidad de gentes que no conocen.
¿Donde brota la fuente de dolor
humano? Ingenuamente llenamos nuestras cestas de esta agua para evaporarla con
el fuego de nuestro ardor esperanzado.
Nos pesa hasta el aliento y bien
vendrá un sueño que nos anonade. Me pongo triste cuando estoy con vosotros y lo
único que pronuncio es silencio. Con vosotros un cigarro y música agradable.
Por ahora nada más: estamos ya medrando en blancura como el día o la ola que
avanza.
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